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Cristo es la verdad, el camino y la vida. Después de leer la palabra de Dios, verás que Dios ha aparecido, IglesiadeDiosTodopoderoso, RelámpagoOriental,Dios, Jesús,Biblia,ElReinoDelCielo, MúsicaEvangélica,Alabanza, Gracia

¿Qué me permite recuperar una vida feliz?

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Más adelante, tuve la suerte de aceptar la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días. En una reunión, les hablé a las hermanas sobre la dieta que había hecho. Una de ellas me leyó un pasaje de las palabras de Dios Todopoderoso: “Tu temperamento, calibre, aspecto, estatura, la familia en la que naciste, tu trabajo y tu matrimonio, la totalidad de ti, incluso el color de tu pelo y tu piel, y el momento de tu nacimiento fueron todos dispuestos por Mis manos. Incluso las cosas que haces y las personas que conoces todos los días están arregladas por Mis manos, por no mencionar el hecho de que traerte a Mi presencia hoy es en realidad Mi arreglo. No te entregues al desorden; debes proceder con calma” (“La Palabra manifestada en carne”). La hermana comunicó: “Todas las cosas son predestinadas por Dios, incluyendo la clase de matrimonio y la familia que tenemos, qué aspecto y color de piel tenemos, cuándo estamos gordos y cuándo delgados. No es algo que cualquier persona o cosa pueda cambiar. Todo lo que Dios nos da es lo mejor, todo tiene sentido, pero no somos capaces de obedecer la soberanía y predestinación de Dios y siempre sentimos que nada de lo que Dios concede concuerda con nuestra voluntad. Siempre queremos buscar la perfección, oponernos a la soberanía de Dios y cambiar todo lo que Dios nos ha dado. Por eso nos hacemos daño y nos provocamos tanto dolor. Ve a aquel miembro o a aquel otro de mi unidad de trabajo. En busca de la belleza, aquella echó a perder sus nervios cuando se sometió a una cirugía labial y quedó con la boca torcida. Otras, con el fin de perder peso, fueron a hacerse una liposucción y murieron mientras se la hacían. La razón por la que estas personas se han encontrado con tales desastres es porque que no entienden la autoridad y soberanía de Dios. Esta es la amarga consecuencia de su vano intento por cambiar su destino con sus propias fuerzas”.

A través de las palabras de Dios y la comunicación de la hermana, supe que el tipo de matrimonio, familia, aspecto y figura que tengo está todo en las manos de Dios. Dios ya lo ha dispuesto. No es algo que yo pueda cambiar cuando quiera. Sin embargo, como no tenía entendimiento de la soberanía de Dios, intentaba cambiar mi propio destino por medio del adelgazamiento. Como consecuencia, gasté mucho dinero y sufrí muchas dificultades, pero al final, no sólo no cambié mi destino, sino que contraje una enfermedad cutánea persistente y la sufrí cada día… ¡Soy verdaderamente demasiado necia e ignorante! Más adelante, participé en la vida de iglesia con los hermanos y hermanas, cantando himnos de alabanza a Dios, hablando sobre las palabras de Dios y compartiendo nuestras propias experiencias y testimonios respectivos. En mi relación con ellos, vi que esos hermanos y hermanas visten de forma muy simple. No buscan el atractivo físico o una buena figura. Aceptan y se someten a todo lo que Dios les ha dado y viven relajados y despreocupados. Se ayudan y apoyan entre sí, y tratan a todos de manera justa. No tratan a alguien de forma distinta a causa de su aspecto o figura. Eso me consoló y liberó. También me di cuenta de que ya no podía confiar en el adelgazamiento para cambiar mi propio destino. Toda la vida de cada persona está en las manos de Dios y debo someterme a la soberanía y los arreglos de Dios.

Más adelante, vi estas palabras de Dios: “Es como si alguien te dijera: ‘Tu rostro tiene una forma maravillosa. Con sólo acortar un poco el puente de la nariz, ¡pero si te arreglas eso serás una belleza de nivel mundial!’. Para alguien que nunca ha querido hacerse una cirugía estética, ¿no se emocionaría su corazón oyendo estas palabras? (Sí.) ¿Son, pues, estas palabras seductoras? ¿Te resulta tentadora esta seducción? ¿Te pone a prueba? (Sí.) ¿Dice Dios cosas como estas? (No.) ¿Había algún indicio de esto en las palabras de Dios que acabamos de considerar? (No.) ¿Por qué? ¿Acaso dice Dios lo que piensa en Su corazón? ¿Puede el hombre ver el corazón de Dios a través de Sus palabras? (Sí.) Pero cuando la serpiente hubo dirigido estas palabras a la mujer, ¿pudiste ver su corazón? (No.) Y, a causa de la ignorancia del hombre, fueron fácilmente seducidos por las palabras de la serpiente, fácilmente enganchados, fácilmente dirigidos. Dime, ¿fuiste capaz de ver las intenciones de Satanás? ¿Pudiste ver el propósito subyacente a lo que dijo? ¿Lograste ver su trama y su astuto esquema? (No.) ¿Qué tipo de carácter representa la forma en que habla Satanás? ¿Qué tipo de esencia has visto en él a través de esas palabras? (Maldad.) El mal. ¿Es insidioso? Quizás externamente te sonríe o no revela expresión alguna. Pero en su corazón está calculando cómo conseguir su objetivo, y es precisamente este objetivo el que tú eres incapaz de ver. Entonces te seducen todas las promesas que te hace, todas las ventajas de las que habla. Las ves como algo bueno y sientes que lo que afirma es más útil, más importante que lo que Dios afirma. Cuando esto sucede, ¿no se convierte el hombre en un prisionero sumiso? (Sí.) ¿No es, pues, diabólico este medio que utiliza Satanás? Te dejas hundir muy abajo. Sin mover un solo dedo, con estas dos frases estás feliz de seguir con ello, de acatarlo. Ha conseguido su objetivo. ¿No es así? (Sí.) ¿Acaso no es siniestra esta intención? ¿Acaso no es este el rostro más primario de Satanás? (Sí.) De las palabras de Satanás el hombre puede ver sus motivos siniestros, ver su abominable rostro y ver su esencia” (‘Dios mismo, el único IV’ en “La Palabra manifestada en carne”). Las revelaciones en las palabras de Dios me permitieron ver que la búsqueda de una buena figura física es una trampa de Satanás. Este usaba algunas mentiras y falacias para engañarme. En apariencia, suenan muy razonables y sinceras, como si fueran por mi propio bien, de forma que sea inconscientemente engañada y controlada por ellas. Por ejemplo: “una señorita agraciada es el deseo de un caballero”, “El activo de una mujer es su figura y su cara” y “mientras tengas una buena figura, obtendrás la alabanza de las personas que te rodean y el amor de tu marido, y tu vida será más interesante”. Todo el tiempo, fui engañada por estas mentiras satánicas y ellas me llevaron por la nariz. Pensaba totalmente que sólo teniendo una buena figura podría tener sujeto el corazón de mi marido y recibir la alabanza y estima de los demás. Con el fin de satisfacer mi vanidad, para alcanzar las metas de mi propio deseo, ni siquiera dudé en usar medicamentos que dañarían mi propio cuerpo. Sin embargo, al final, lo que eso me trajo fue sólo el tormento de la enfermedad y un dolor del que no puedo liberarme. Sólo entonces me di cuenta de que, cuando las personas siguen las tendencias del mundo y viven según la carne, están sufriendo el pisoteo y la aflicción de Satanás. Al mismo tiempo, también reconocí que sólo la palabra de Dios puede permitir a las personas entender la verdad, descubrir las intenciones de los trucos de Satanás y rescatar a las personas del engaño y el daño de Satanás. Lentamente, me aparté de las mentiras de Satanás y no confié en esas pastillas y alimentos para adelgazar. Ya no me preocupaban las miradas de otras personas ni sus críticas sobre mí, ni cómo me tratara mi marido. En su lugar, creía en el destino que Dios tenía para mí y vivía según las palabras de Dios. Comía regularmente cada día y leía normalmente la palabra de Dios, buscaba la verdad y llevaba a cabo mi deber como una criatura de Dios. Sin darme cuenta, me recuperé y había pocas manchas en mi cuerpo. ¡Gracias a Dios! Sé que todo esto es el amor de Dios por mí. Dios es quien me ha llevado ante Él, me ha concedido la verdad y me ha dado discernimiento, de forma que yo ya no sea engañada por Satanás y sea capaz de vivir bajo el cuidado y la protección de Dios. Mi espíritu ha sido liberado y puesto en libertad, tengo una meta apropiada que buscar en la vida y ya no vivo con tanto dolor.

Al recordar el proceso con el que bajé de peso, este estuvo realmente lleno de dificultades y peligros. Casi pierdo la vida. De no haber sido por el cuidado y protección de Dios, y por Su salvación, yo seguiría atrapada en esa corriente malvada, buscando con obstinación una figura perfecta y siendo afligida y pisoteada por Satanás… Las palabras de Dios fueron las que me permitieron entender que todo esto fue causado por Satanás, el cual se valió de mi vanidad para confundirme, seducirme y engañarme, de forma que me hundiera más y más, y quedara atrapada en sus lazos, incapaz de escapar. Gracias a las palabras de Dios que me despertaron, ya no me preocupaba mi figura ni me importaba que los demás me juzgaran. En su lugar, sólo buscaba la verdad, vivía según la palabra de Dios y me sometía a la soberanía y los arreglos de Dios, para vivir la verdadera semejanza del hombre que Dios exige y recibir la aprobación de Dios. Sentía que vivir así era muy feliz y satisfactorio. Después de un período de tiempo, cuando mi marido vio que me estaba recuperando de mi enfermedad, que mi actitud mental estaba mejorando, que mi actitud hacia la vida se volvió positiva y optimista, y que todos los hermanos y hermanas de la iglesia eran personas buenas y honestas, ya no me trató con frialdad por mi peso y fue más bueno conmigo. Doy gracias a Dios desde el fondo de mi corazón porque Sus palabras han traído una mejora a mi vida. Ahora, mi vida está llena de felicidad. Estoy extremadamente liberada y libre cuando vivo la vida de iglesia y llevo a cabo mis deberes con los hermanos y hermanas. ¡Me doy cuenta de que únicamente entregándome en la mano de Dios y sometiéndome a la soberanía y los arreglos de Dios puedo obtener la mayor felicidad y vivir la vida más hermosa!

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