2 Febrero 2020
Por Jingmo, Malasia
En 1997 tuve la suerte de aceptar el evangelio del Señor Jesús y, cuando me bauticé, el pastor oró y me bautizó en el nombre de la Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Desde ese momento, siempre que oraba, ofrecía mi oración en el nombre de la Trinidad, que eran el amoroso Padre celestial, el Salvador Señor Jesús y el Espíritu Santo. Sin embargo, dentro de mi corazón siempre había incertidumbre: ¿cómo podrían tres convertirse en uno? Nunca pude explicar ni entender por completo de qué se trataba la Trinidad.
Dos años más tarde, me convertí en diaconisa de mi iglesia y, cuando acompañaba a los futuros creyentes en sus estudios religiosos, a menudo había alguien que me preguntaba qué significaba la Trinidad. La gente también preguntaba a menudo sobre la Trinidad del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo durante las confesiones. Como yo tampoco entendía este misterio, nunca era capaz de responderles, y eso me angustiaba muchísimo. Deseaba enormemente obtener claridad sobre este tema y, por lo tanto, pedí al pastor y a los predicadores que me lo explicaran con la esperanza de obtener una respuesta definitiva. Sin embargo, su respuesta fue básicamente: “Dios es una Trinidad que consta del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Padre establece los planes para nuestra salvación, el Hijo los concluye, mientras que el Espíritu Santo es quien los lleva a cabo. El Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo también es Dios: son tres personas que, juntas, forman al único Dios verdadero”. Esta explicación no hizo sino dejarme incluso más desconcertada, y pregunté: “Pero, si Él son tres personas, ¿cómo puede Él ser un único Dios?”. Entonces, me dijeron: “La Trinidad es un misterio. No pienses demasiado en ello. Solo confía en tu fe y cree en ello, y eso es lo único que tienes que hacer”. Aunque seguía sintiéndome muy perpleja por esto, me forcé a mí misma a aceptarlo, y pensé: “No pienses más en ello. ¡Solo cree en ello!”. Cuando oraba, seguía haciéndolo a la Trinidad: al amoroso Padre celestial, al Salvador Señor Jesús y al Espíritu Santo. Sentía como si Dios solo fuera a escuchar mis oraciones si oraba de esa manera, y tenía miedo de que si solo oraba a una de las personas de Dios, Él no me escucharía. Y, por lo tanto, seguí con tal confusión durante años creyendo en la Trinidad de mi propia imaginación. Después de eso, siempre que los hermanos y las hermanas en la iglesia me preguntaban qué significaba la Trinidad, yo seguía sin saber qué responder. Lo único que podía hacer era responderles conforme a lo que el pastor me había dicho, aunque, por sus rostros, podía ver que no lo entendían de verdad. Esto me dio una sensación de impotencia, y lo único que podía hacer era presentarme ante el Señor en oración: “¡Te doy gracias, querido Padre celestial! Cuando los hermanos, las hermanas y los futuros creyentes me hacen preguntas sobre la Trinidad, no sé qué contestarles. Te pido que me ayudes. Que el Espíritu Santo me guíe para que pueda llegar a entender lo que significa la Trinidad, para que este tema ya no me confunda más y para que más gente llegue a conocerte”.
En mayo de 2017, me encontré con una hermana en Facebook. Ella era muy amorosa y paciente y, después de haber compartido y hablado de algunos pasajes de las Escrituras, descubrí que había luz en sus enseñanzas. Obtuve muchas cosas de ellas y estaba deseosa de intercambiar ideas con esta hermana. Más tarde, ella nos llevó a mí y a algunos otros hermanos y hermanas a algunas reuniones. A través de las enseñanzas que se compartían en esas reuniones, llegué a entender algunas verdades que nunca antes había entendido como, por ejemplo, qué era la encarnación y la forma en que vendrá el Señor, y esas cosas. Me beneficié muchísimo de ellas y obtuve un entendimiento mucho más claro de algunos pasajes de las Escrituras. Cuando le pregunté a la hermana cómo era posible que pudiera entender tanto a partir de la lectura de la Biblia, mientras que yo no podía, ella me dijo: “Todo lo que entiendo ha venido a partir de la lectura de las palabras de Dios. Nuestro Señor Jesús ya ha regresado. Él se ha encarnado como el Hijo del hombre para expresar Sus palabras y llevar a cabo nueva obra en los últimos días…”. Estaba asombrada y emocionada ante esta noticia, y le hice a la hermana una batería de preguntas: “¿Es verdad? ¿Ha regresado el Señor de verdad?”, a lo que ella me respondió con certeza: “¡Sí, es verdad!”. Luego continuó diciendo que el Señor había regresado en forma encarnada en los últimos días, pero que el nombre de Dios había cambiado. Ahora, Dios se llamaba Dios Todopoderoso y era “el Todopoderoso” que había sido profetizado en el libro del Apocalipsis. En cuanto escuché el nombre de “Dios Todopoderoso”, se me detuvo el corazón y me dije a mí misma: “¿Dios Todopoderoso? ¿No es eso el Relámpago Oriental? Nuestro pastor nos pidió que nos cuidáramos del Relámpago Oriental y nos dijo que no tuviéramos nada que ver con ellos. Es más, nosotros creemos en el Señor Jesús, pero esta hermana está diciendo que el Señor Jesús ha regresado y que ha adoptado el nombre de Dios Todopoderoso; así que, ¿cómo es posible que Su nombre sea diferente? ¿Terminaré descarriándome?”. Pero luego pensé: “Desde que he conocido a esta hermana, no solo he descubierto que sus enseñanzas concuerdan con la Biblia, sino que también son muy reveladoras y que contienen claramente el esclarecimiento del Espíritu Santo. Si este camino es el equivocado, ¿cómo podría tener la obra del Espíritu Santo? ¿Debería seguir escuchando a esta hermana o no?”.
Justo cuando me estaba debatiendo entre sentimientos contradictorios, recordé de repente un pasaje que la hermana había compartido conmigo previamente: “El Dios que se hizo carne se llama Cristo, y así el Cristo que les puede dar a las personas la verdad se llama Dios. No hay nada excesivo en esto” (‘Sólo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna’ en “La Palabra manifestada en carne”). Este pasaje menciona a Cristo y dice que Él puede dar la verdad a las personas. En el versículo 6, capítulo 14 del Evangelio de Juan, el Señor Jesús dice: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí”. El Señor Jesús es Cristo; Dios hecho carne y dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida”. Tanto las palabras de Dios Todopoderoso como las de Jesús mencionan a Cristo y la verdad. “Si Dios Todopoderoso es Cristo”, pensé, “entonces sin duda Él puede expresar la verdad y proveer sustento para la vida de las personas”. Pensé en las muchas palabras de Dios Todopoderoso que la hermana me había leído recientemente. ¡Mientras las escuchaba, sentía que poseían autoridad y poder, y sentía que las palabras de Dios Todopoderoso eran de hecho la verdad y que venían del Espíritu Santo! Por lo tanto, me di cuenta de que este camino debía ser el camino verdadero, y que no podía ser el equivocado. En la Biblia, dice: “Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo” (Romanos 10:17). Si Dios Todopoderoso era el Señor Jesús retornado y yo no buscaba o estudiaba este camino, sino que solo creía ciegamente en lo que decían los pastores y los ancianos, ¿acaso no perdería la salvación del Señor y sería incapaz de dar la bienvenida a Su retorno? Al pensarlo, decidí asistir a algunas otras reuniones para poder entender mejor la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días.
En otra reunión, la hermana compartió con nosotros este pasaje de las palabras de Dios: “La obra realizada en el presente ha empujado hacia adelante la obra de la Era de la Gracia; esto es, la obra en todo el plan de gestión de seis mil años se ha movido hacia adelante. Aunque la Era de la Gracia ha terminado, la obra de Dios ha progresado. ¿Por qué digo una y otra vez que esta etapa de la obra se construye sobre la Era de la Gracia y la Era de la Ley? Esto significa que la obra de hoy en día es una continuación de la obra realizada en la Era de la Gracia y ha sido una elevación de la obra realizada en la Era de la Ley. Las tres etapas están estrechamente interconectadas y cada una se vincula de manera conjunta con la siguiente. ¿Por qué digo también que esta etapa de la obra se construye sobre la realizada por Jesús? Si esta etapa no se construyese sobre la obra realizada por Jesús, tendría que ocurrir otra crucifixión en esta etapa, y la obra de redención realizada previamente tendría que repetirse. Esto no tendría sentido. Por tanto, no es que la obra haya terminado totalmente, sino que la era se ha movido hacia adelante y la obra se ha vuelto más elevada que antes. Podría decirse que esta etapa de la obra se edifica sobre el fundamento de la Era de la Ley y la roca de la obra de Jesús. La obra se edifica etapa a etapa, y esta etapa no es un nuevo comienzo. Sólo la combinación de las tres etapas de la obra puede considerarse el plan de gestión de seis mil años” (‘Las dos encarnaciones completan el sentido de la encarnación’ en “La Palabra manifestada en carne”). Luego, la hermana dijo en comunicación: “La obra de Dios siempre avanza, y Él realiza obra diferente y adopta diferentes nombres en distintas eras de acuerdo con las necesidades del hombre. Pero, independientemente de qué etapa de obra Dios realice con qué nombre, en esencia, siempre es Dios mismo el que realiza la obra de salvación de la humanidad. En la Era de la Ley, Dios adoptó el nombre de Jehová para realizar Su obra: proclamó la Ley y los mandamientos para guiar la vida del hombre en la tierra y permitió que el hombre conociera lo que era el pecado, las normas que debía cumplir, cómo debía adorar a Dios, etcétera; en la Era de la Gracia, Dios se hizo carne y adoptó el nombre de Jesús y, sobre la base de la obra de la Era de la Ley, Él realizó la obra de ser crucificado para redimir a la humanidad, lo que tuvo como resultado el perdón de los pecados del hombre. Ahora, en la Era del Reino, la era final, Dios se ha hecho carne por segunda vez y, tras adoptar el nombre de Dios Todopoderoso, realiza Su obra de juzgar y purificar al hombre sobre la base de la obra de la redención. El resultado de esto es que se eliminan la naturaleza pecaminosa y el carácter corrupto que el hombre alberga en su interior, y que la causa fundamental de que el hombre cometa pecados y se resista a Dios es extirpada de una vez por todas. Las tres etapas de la obra se complementan perfectamente entre sí, siendo cada etapa más grande y más profunda que la anterior. Ninguna etapa de la obra de Dios puede ser independiente: solo las tres etapas de obra entrelazadas forman la obra completa de salvación de la humanidad que Dios realiza y, juntas, forman el plan de gestión de seis mil años de Dios para la humanidad. Dios simplemente usa Su nombre para demarcar las eras y para cambiarlas, y es por eso por lo que siempre vemos que el nombre de Dios cambia junto con la era. Pero, independientemente de cómo pueda cambiar el nombre de Dios, Él sigue siendo un único Dios”. Tras escuchar las palabras de Dios y la enseñanza de la hermana, me sentí maravillada. Había creído en el Señor todo ese tiempo y nunca había conocido a nadie que fuera capaz de explicar la obra de gestión de seis mil años de Dios y, sin embargo, las palabras de Dios Todopoderoso habían revelado este misterio: ¡esas palabras eran verdaderamente la voz de Dios! No me había descarriado en mi creencia: Dios Todopoderoso es verdaderamente el Señor Jesús retornado. Es solo que Dios cambia Su nombre de una era a otra, eso es todo. Pero Él sigue siendo un único Dios.
Seguí examinándolo algunos días más. La hermana nos habló sobre aspectos de la verdad como, por ejemplo, la obra del juicio que Dios realiza en los últimos días y el significado de los nombres de Dios y, cuanto más escuchaba, más claridad obtenía. Un día, la hermana dijo: “Las palabras de Dios han revelado todos los misterios de la Biblia”. Al escuchar esto, mi corazón se iluminó de inmediato; le hablé sobre el asunto de la Trinidad que durante tantos años me había estado causando tanta consternación. Entonces, la hermana me leyó un pasaje de las palabras de Dios. Dios Todopoderoso dice: “Si alguien entre vosotros dice que la Trinidad en verdad existe, entonces explica qué es exactamente este Dios único en tres personas. ¿Qué es el Padre Santo? ¿Qué es el Hijo? ¿Qué es el Espíritu Santo? ¿Es Jehová el Padre Santo? ¿Es Jesús el Hijo? ¿Qué es entonces el Espíritu Santo? ¿No es el Padre un Espíritu? ¿No es la esencia del Hijo también un Espíritu? ¿No fue la obra de Jesús la obra del Espíritu Santo? ¿No fue en ese tiempo la obra de Jehová llevada a cabo por un Espíritu igual que el de Jesús? ¿Cuántos Espíritus puede tener Dios? Según tu explicación, las tres personas del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son una; de ser así, hay tres Espíritus, pero tener tres Espíritus significa que hay tres Dioses. Esto significa que no hay un único Dios verdadero; ¿cómo puede esta clase de Dios seguir teniendo la esencia inherente de Dios? Si aceptas que sólo hay un Dios, entonces ¿cómo puede Él tener un hijo y ser un padre? ¿No son todas estas simplemente tus nociones? Sólo hay un Dios, sólo hay una persona en este Dios y sólo un Espíritu de Dios, así como está escrito en la Biblia que ‘sólo hay un único Espíritu Santo y un único Dios’. Independientemente de que el Padre y el Hijo de los que hablas existan, sólo hay un Dios después de todo y la esencia del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo en los que creéis es la del Espíritu Santo. En otras palabras, Dios es un Espíritu, pero es capaz de hacerse carne y vivir entre los hombres, así como estar sobre todas las cosas. Su Espíritu lo incluye todo y es omnipresente. Él puede estar simultáneamente en la carne y por todo el universo. Como todas las personas dicen que Dios es el único Dios verdadero, entonces, ¡sólo hay un Dios y nadie lo puede dividir a voluntad! Dios es sólo un Espíritu y sólo una persona; y ese es el Espíritu de Dios” (‘¿Existe la Trinidad?’ en “La Palabra manifestada en carne”).
Esta hermana habló y dijo: “Las palabras de Dios son muy claras. Dios es único y solo hay un Dios. También hay solo un Espíritu Santo. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son de una esencia, que es la del Espíritu. Dios puede obrar en el Espíritu, como Jehová, pero también puede obrar encarnándose como el Hijo del hombre, como Jesús y Dios Todopoderoso. Pero, ya sea que Dios obre en el Espíritu o en la carne, en esencia, sigue siendo el Espíritu de Dios el que realiza Su propia obra. Por lo tanto, el concepto de la Trinidad pertenece a las nociones e imaginaciones del hombre y es totalmente insostenible. En realidad, el concepto de la Trinidad se estableció más de 300 años después del Señor, en el concilio ecuménico de Nicea. En ese concilio, los expertos religiosos de todo el mundo cristiano participaron en un animado debate sobre las naturalezas unitarias y múltiples de Dios hasta que, finalmente, establecieron el concepto de la Trinidad basándose en sus nociones, imaginaciones y conclusiones lógicas. Desde ese momento, las personas definían al único Dios verdadero que creó los cielos y la tierra y todas las cosas como una Trinidad con la creencia de que, aparte del Santo Hijo el Señor Jesús, hay un Santo Padre en el cielo y también un instrumento usado tanto por el Padre como por el Hijo que es el Espíritu Santo. Esto es simplemente ridículo. Si nos dejamos llevar por la interpretación del mundo religioso y creemos en la Trinidad del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, entonces eso significa que hay tres Espíritus y tres Dioses, y ¿no contradice eso el hecho de que haya un único Dios? En realidad, la Trinidad no existe. Esta es una interpretación nacida por completo de la mente del hombre y es una conclusión a la que ha llegado la humanidad corrupta basándose en nuestras nociones e imaginaciones. Dios nunca dijo tal cosa, ningún profeta o apóstol inspirado por Dios dijo nunca tal cosa y no hay registros de algo semejante en ningún lugar de la Biblia”.
En mi corazón seguía habiendo algo de confusión mientras escuchaba las palabras de Dios y la enseñanza de la hermana, así que pregunté: “La Biblia afirma que después de que Jesús fuera bautizado, los cielos se abrieron y el Espíritu Santo vino como una paloma y se posó sobre Jesús, y que una voz del cielo dijo: ‘Este es mi Hijo amado en quien me he complacido’ (Mateo 3:17). Además, antes de ser crucificado, el Señor Jesús oró y dijo: ‘Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras’ (Mateo 26:39). Las Escrituras dicen que el Dios en el cielo llamó a Jesús Su Hijo amado y que, cuando oró, Jesús llamó al Dios en el cielo Su Padre. Así que, aquí tenemos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo; ¿acaso no muestra esto que Dios es una Trinidad? ¿Por qué se dice en las palabras de Dios Todopoderoso que la Trinidad no existe y que no es nada más que una noción y una imaginación del hombre? ¿Qué significa todo esto?”.
Respondiendo a mi pregunta, la hermana habló y dijo: “En el Antiguo Testamento, simplemente no hay un concepto como la Trinidad. No fue hasta después de que el Señor Jesús se hiciera carne y viniera a la tierra para realizar Su obra que tuvimos la interpretación del ‘Padre y el Hijo’. En el Evangelio de Juan está registrado que Felipe no conocía a Dios y que creía que, aparte del Señor Jesús en la tierra, también había un Santo Padre en el cielo y, por lo tanto, dijo a Jesús: ‘Señor, muéstranos al Padre’. El Señor Jesús corrigió su opinión errónea y reveló este misterio diciéndole a Felipe: ‘¿Tanto tiempo he estado con vosotros, y todavía no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo dices tú: «Muéstranos al Padre»?’ (Juan 14:9). También dijo: ‘Yo estoy en el Padre, y el Padre en mí’ (Juan 14:10). ‘Yo y el Padre somos uno’ (Juan 10:30). El Padre es el Hijo y el Hijo es el Padre; el Padre y el Hijo son uno; son de un solo Espíritu. Al decir esto, el Señor Jesús nos estaba diciendo que Él y el Padre son un Dios, no dos”.
Luego, la hermana me mostró un clip de película maravilloso titulado El misterio de “El Padre y el Hijo”, revelado. Después, continuamos leyendo un pasaje de las palabras de Dios: “Todavía están los que dicen: ‘¿No declaró Dios expresamente que Jesús era Su Hijo amado?’. Jesús es el Hijo amado de Dios, en quién Él se regocija grandemente; esto ciertamente fue dicho por Dios mismo. Eso fue Dios dando testimonio de sí mismo, pero simplemente desde una perspectiva diferente, la del Espíritu en el cielo dando testimonio de Su propia encarnación. Jesús es Su encarnación, no Su Hijo en el cielo. ¿Entiendes? ¿No indican las palabras de Jesús, ‘Yo estoy en el Padre, y el Padre está en Mí’ que Ellos son un Espíritu? ¿Y acaso no se debe a la encarnación que Ellos fueran separados entre el cielo y la tierra? En realidad, siguen siendo uno; sin importar lo que digan, es simplemente Dios dando testimonio de sí mismo. […] Como Él era la encarnación, se le llamó el Hijo amado de Dios y, a partir de esto, llegó la relación entre Padre e Hijo. Se debió sencillamente a la separación entre el cielo y la tierra. Jesús oró desde la perspectiva de la carne. Como se había revestido de una carne de humanidad normal, fue desde la perspectiva de la carne desde donde Él dijo: ‘Mi caparazón exterior es el de un ser creado. Como me revestí de carne para venir a la tierra, ahora estoy lejos, muy lejos del cielo’. Por esta razón, Él sólo podía orar a Dios Padre desde la perspectiva de la carne. Este era Su deber y aquello con lo que el Espíritu encarnado de Dios debía estar equipado. No puede decirse que Él no es Dios simplemente porque oraba al Padre desde la perspectiva de la carne. Aunque se le llama el Hijo amado de Dios, sigue siendo Dios mismo, porque Él no es sino la encarnación del Espíritu y Su esencia sigue siendo el Espíritu” (‘¿Existe la Trinidad?’ en “La Palabra manifestada en carne”).
La hermana dijo: “Cuando Dios se hizo carne por primera vez como el Señor Jesús y vino a realizar Su obra, nadie conocía a Dios, nadie entendía la verdad de la encarnación ni sabía lo que era la encarnación. Si el Señor Jesús les hubiera dicho directamente que Él era Jehová Dios al que adoraban, la gente no habría sido capaz de aceptarlo debido a sus estaturas en esa época, y el Señor Jesús hubiera sido condenado y rechazado por la humanidad antes de empezar siquiera a realizar Su obra. La obra de Dios de redimir a la humanidad hubiera sido entonces imposible y la humanidad nunca hubiera obtenido a Jesús como ofrenda por el pecado. Para que la humanidad aceptara al Señor Jesús, creyera en Él y alcanzara la salvación de Dios, antes de que Jesús comenzara formalmente Su obra, Dios dio testimonio de sí mismo desde la postura de Su Espíritu y llamó a Su ser carnal Su Hijo para que la gente pudiera ver que Jesús venía verdaderamente de Dios; esto ayudó a facilitar nuestra aceptación de la salvación del Señor Jesús. Y cuando el Señor Jesús oró y llamó a Dios en el cielo Su Padre, esto era el Hijo del hombre encarnado que llamaba Padre al Espíritu de Su interior desde la postura de la carne. Esto se hizo sobre la base de la diferencia entre el Espíritu y la carne; no significaba que hubiera un Padre y un Hijo separados. De hecho, la interpretación del Padre y el Hijo solo fue apropiada durante la época de la encarnación de Dios. Cuando concluyó la obra de Dios en la tierra, es decir, cuando el Señor Jesús completó la obra de la redención, resucitó y ascendió al cielo, ya no se necesitaba la interpretación del Padre y el Hijo. Por lo tanto, no podemos usar la interpretación del Padre y el Hijo inventada por las nociones de la humanidad y aplicarla de forma sistemática a Dios diciendo que en Dios hay un Padre y un Hijo, y que también hay un instrumento que usan tanto el Padre como el Hijo —el Espíritu Santo— y que Dios es una Trinidad. Decir semejante cosa entra en conflicto con la palabra de Dios y con los hechos. Antes no entendíamos la verdad y, por lo tanto, cuando decíamos semejante cosa, Dios no nos condenaba. Pero ahora Dios ha revelado por completo esta verdad y este misterio, y debemos aceptar la verdad y conocer a Dios a la luz de Sus palabras. Solo esto es lo correcto, y solo esto concuerda con la voluntad de Dios”.
A través de la enseñanza de esta hermana, llegué a entender por qué el Señor Jesús llamaba Padre a Dios en el cielo. Era porque Él se había encarnado como el Hijo del hombre y oraba al Padre celestial desde la postura de un hombre. Dios dio testimonio de Jesús como Su Hijo amado, y esto fue Su testimonio de Su propia carne encarnada desde la postura del Espíritu. Uno estaba en el cielo y Uno estaba en la tierra, pero, en esencia, Ellos eran de un Espíritu. Era solo que Dios estaba diciendo esas cosas desde diferentes posturas y, así, surgió la interpretación del “Padre y el Hijo”. Dios es el único Dios verdadero; Él es un Espíritu que todo lo abarca y que es omnipresente. Puede estar en el cielo, puede estar en la tierra y puede hacerse carne. Una vez que comprendí todo esto, todo se hizo de repente más claro; la confusión que me había acompañado constantemente durante años desapareció en un instante y sentí una increíble sensación de iluminación y liberación.
Posteriormente, la hermana me mostró una película de testimonios del evangelio llamada Examen de la “Trinidad” en la que vi estas palabras de Dios: “A lo largo de todos estos años, habéis dividido a Dios de esta forma, en cada vez más partes con cada generación, hasta el punto de que un Dios ha sido dividido abiertamente en tres Dioses. ¡Y ahora es simplemente imposible para el hombre unir de nuevo a Dios en uno solo, porque lo habéis dividido en demasiadas partes! ¡De no ser por Mi oportuna obra antes de que fuera demasiado tarde, resulta difícil decir cuánto tiempo habríais seguido descaradamente de esta forma! Si seguís dividiendo a Dios así, ¿cómo puede Él seguir siendo vuestro Dios? ¿Seguiríais reconociendo a Dios? ¿Seguiríais volviendo a Él? Si Yo hubiera llegado más tarde, es probable que hubierais enviado al ‘Padre y el Hijo’, Jehová y Jesús, de vuelta a Israel y declarado que vosotros mismos sois una parte de Dios. Afortunadamente, ya son los últimos días. Finalmente, este día que tanto he esperado ha llegado y es sólo después de llevar a cabo esta etapa de la obra por Mi propia mano que se ha detenido vuestra división de Dios mismo. De no ser por esto, os habríais intensificado, colocando incluso a todos los Satanáses entre vosotros en altares para adorarlos. ¡Este es vuestro artificio! ¡Vuestros medios para dividir a Dios! ¿Continuaréis haciéndolo ahora? Dejadme preguntaros: ¿Cuántos Dioses hay? ¿Cuál Dios os traerá la salvación? ¿A cuál oráis siempre, al primer Dios, al segundo o al tercero? ¿En cuál de ellos creéis siempre? ¿En el Padre? ¿En el Hijo? ¿O en el Espíritu Santo? Dime en quién crees. Aunque con cada palabra decís que creéis en Dios, ¡en lo que creéis realmente es en vuestro propio cerebro! ¡Simplemente no tenéis a Dios en vuestros corazones! ¡Y sin embargo en vuestras mentes hay numerosas ‘Trinidades’ como esas! ¿No estáis de acuerdo?” (‘¿Existe la Trinidad?’ en “La Palabra manifestada en carne”).
Tras terminar de ver la película, me sentía feliz, pero también me sentía triste y llena de autorreproches. Estaba feliz porque por fin se había disipado la confusión que había tenido durante años: Dios es uno y la interpretación de la Trinidad simplemente no existe. Solo creer en el único Dios verdadero concuerda con la voluntad de Dios, y ya no tenía que orar al Padre una vez y luego otra vez al Espíritu Santo o al Hijo como tenía que hacer antes; me sentía muy tranquila. Sin embargo, me sentía triste y me hacía reproches a mí misma porque había creído en Dios durante tantos años, pero no había conocido a Dios. Aquello en lo que había estado creyendo no era más que un Dios inventado por mis nociones e imaginaciones; un Dios vago y de leyenda. No había creído en el Dios verdadero y, lo que es más, me había estado resistiendo a Dios y fragmentándolo: ¡en realidad, había estado blasfemando contra Dios! Demos gracias a Dios, porque la venida de Dios Todopoderoso ha sido la que ha revelado todas las absurdidades de la fe de la humanidad corrupta, y es Dios Todopoderoso quien ha revelado este misterio que ha desconcertado siempre al mundo religioso. Sin duda, Dios Todopoderoso es el Señor Jesús retornado, el Señor que creó los cielos y la tierra y todas las cosas. ¡Él es el único Dios verdadero!
Más tarde, a través de la lectura de las palabras de Dios Todopoderoso, vi que todas las palabras de Dios son la verdad y que son la voz de Dios. Sin dudarlo, acepté la obra de los últimos días de Dios Todopoderoso y empecé a caminar siguiendo los pasos del Cordero. Ahora, cuando oro, no necesito orar a tres Dioses. Simplemente oro en el nombre de Dios Todopoderoso, y esto hace que me sienta muy tranquila, llena de paz y alegría. Cuando oro, ya no tengo que preocuparme de no orar a una de las personas de Dios más que a otra y de que, por lo tanto, Dios no oiga mis oraciones. He experimentado verdaderamente la liberación, la libertad, el gozo y la felicidad que vienen del entendimiento de la verdad y del conocer a Dios. ¡Gracias a Dios!
Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.