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Cristo es la verdad, el camino y la vida. Después de leer la palabra de Dios, verás que Dios ha aparecido, IglesiadeDiosTodopoderoso, RelámpagoOriental,Dios, Jesús,Biblia,ElReinoDelCielo, MúsicaEvangélica,Alabanza, Gracia

Capítulo 5 Debes conocer las verdades acerca de la encarnación de Dios

5. Las dos encarnaciones completan el sentido de la encarnación.

 

 

Palabras relevantes de Dios:

 

El significado de la encarnación es que un hombre ordinario y normal lleve a cabo la obra de Dios mismo; es decir, que Dios lleva a cabo Su obra divina en la humanidad y vence de este modo a Satanás. La encarnación significa que el Espíritu de Dios se hace carne, es decir, que Dios se hace carne; la obra que Él realiza en la carne es la obra del Espíritu, la cual se materializa en la carne y es expresada por la carne. Nadie, excepto la carne de Dios, puede cumplir con el ministerio del Dios encarnado; es decir, que sólo la carne encarnada de Dios, esta humanidad normal —y nadie más— puede expresar la obra divina.

Si durante Su primera venida Dios no hubiera tenido una humanidad normal antes de los veintinueve años de edad, si al nacer Él hubiera podido obrar milagros, si nada más aprender a hablar Él hubiera podido hablar el lenguaje del cielo, si al momento en que puso Su pie sobre la tierra por primera vez Él hubiera podido comprender todos los asuntos mundanos, discernir todos los pensamientos y las intenciones de cada persona, entonces no se le habría podido haber llamado un hombre normal y Su carne no podría haberse llamado carne humana. Si este hubiera sido el caso con Cristo, entonces el sentido y la esencia de la encarnación de Dios se habrían perdido. Que poseyera una humanidad normal demuestra que Él era Dios encarnado en la carne; que pasase por un proceso de crecimiento humano normal demuestra aún más que Él era una carne normal y, además, Su obra es prueba suficiente de que Él era la Palabra de Dios, el Espíritu de Dios hecho carne. Dios se hace carne por las necesidades de la obra; en otras palabras, esta etapa de la obra debe hacerse en la carne, en una humanidad normal. Este es el requisito previo para que “el Verbo se haga carne”, para que “la Palabra aparezca en la carne”, y es la verdadera historia detrás de las dos encarnaciones de Dios.

de ‘La esencia de la carne habitada por Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”

Dios no se hace carne con el propósito de dejar que el hombre llegue a conocer Su carne, o para permitirle distinguir las diferencias entre la carne de Dios encarnado y la del hombre; Dios no se hace carne para entrenar la capacidad de discernimiento del hombre, mucho menos con el propósito de que este adore a la carne encarnada de Dios, de la que recibirá gran gloria. Nada de esto es la voluntad original de Dios de hacerse carne. Y Él no se hace carne para condenar al hombre, para revelarlo intencionadamente, o para dificultarle las cosas. Nada de esto es la voluntad original de Dios. Cada vez que Él se hace carne, la obra es inevitable, lo hace para Su obra y Su gestión mayores, y no por las razones que el hombre imagina. Dios viene a la tierra únicamente como es requerido por Su obra, y siempre que sea necesario. Dios no viene a la tierra con la intención de vagar, sino de llevar a cabo la obra que debe realizar. ¿Para qué otra cosa asumiría Él esa carga tan pesada y tan grandes riesgos por llevar a cabo esta obra? Dios se hace carne sólo cuando tiene que hacerlo, y siempre con un sentido único. Si sólo fuera para que el hombre lo mirase y le abriese sus ojos, entonces, con absoluta certeza, nunca vendría entre los hombres tan frívolamente. Él viene a la tierra para Su gestión y Su obra más grande, y para poder ganar más hombres. Él viene para representar la era y derrotar a Satanás, y lo hace adentro de una carne. Además, viene a guiar a toda la humanidad en sus vidas. Todo esto concierne a Su gestión, y es obra que concierne a todo el universo. Si Dios se hizo carne simplemente para permitir al hombre llegar a conocer Su carne y para abrirle los ojos, ¿por qué no viajaría entonces a toda nación? ¿No es este un asunto extremadamente fácil? Pero Él no lo hizo, y eligió en su lugar un sitio adecuado en el que asentarse y comenzar la obra que debía realizar. Sólo esta carne es de gran significado. Él representa toda una era, y también lleva a cabo la obra de toda una era; pone fin a la anterior y da entrada a la nueva. Todo esto es el importante asunto que concierne la gestión de Dios, y el sentido de una etapa de la obra llevada a cabo por Dios venido a la tierra.

de ‘El misterio de la encarnación (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”

El hombre recibe la salvación total de Dios gracias al Dios encarnado, no directamente de sus oraciones al cielo. Y es que el hombre es de carne; el hombre es incapaz de ver al Espíritu de Dios y mucho menos de acercarse a Él. Todo aquello con lo que el hombre puede relacionarse es la carne encarnada de Dios; sólo a través de Él puede el hombre entender todo el verbo y todas las verdades, y recibir la salvación plena. La segunda encarnación es suficiente para eliminar los pecados del hombre y purificarlo plenamente. Así pues, la segunda encarnación pondrá fin a toda la obra de Dios en la carne y completará el sentido de la encarnación de Dios. A partir de ahí, la obra de Dios en la carne habrá llegado totalmente a su fin. Después de la segunda encarnación, no se hará carne de nuevo por Su obra. Porque toda Su gestión habrá llegado a su fin. En los últimos días, Su encarnación habrá ganado totalmente a Su pueblo escogido, y todos los hombres en los últimos días habrán sido catalogados según su tipo. Él ya no hará más la obra de salvación ni regresará a la carne para llevar a cabo obra alguna.

de ‘El misterio de la encarnación (4)’ en “La Palabra manifestada en carne”

El primer Dios encarnado no completó la obra de la encarnación, sino sólo el primer paso de la obra que Dios debía realizar en la carne. Así pues, con el fin de terminar la obra de la encarnación, Dios ha regresado en la carne una vez más y vive toda la normalidad y la realidad de la carne; es decir, manifiesta el Verbo de Dios en una carne totalmente normal y ordinaria, concluyendo de esta forma la obra que Él dejó sin realizar en la carne. La segunda carne encarnada es esencialmente parecida a la primera, pero es incluso más real aún, incluso más normal que la primera. Como consecuencia, el sufrimiento que la segunda carne encarnada soporta es mayor que el de la primera, pero este sufrimiento es una consecuencia de Su ministerio en la carne, el cual es diferente del sufrimiento que el hombre corrupto tendría que padecer. También brota de la normalidad y de la realidad de Su carne. Como Él realiza Su ministerio en una carne totalmente normal y real, esta debe soportar muchas dificultades. Cuanto más normal y real sea esta carne, más sufrirá Él en la realización de Su ministerio. Dios obra en una carne muy común, una que no es en absoluto sobrenatural. Como Su carne es normal y también debe cargar con la obra de salvar al hombre, Él sufre en mayor medida de lo que lo haría una carne sobrenatural; todo este sufrimiento brota de la realidad y de la normalidad de Su carne. De los sufrimientos que han padecido las dos carnes encarnadas durante la realización de Sus ministerios, se puede ver la esencia de la carne encarnada. Cuanto más normal sea la carne, mayor la dificultad que debe soportar al emprender la obra; cuanto más real es la carne que emprende la obra, más duras son las nociones que se crean las personas y mayores los peligros que probablemente puedan sobrevenirle. Además, cuanto más real sea la carne y cuanto más posea esta las necesidades y el sentido completo de un ser humano normal, más capaz será Él de asumir la obra de Dios en la carne. Fue la carne de Jesús la que fue clavada en la cruz, Su carne que Él entregó como ofrenda por el pecado; fue por medio de una carne con humanidad normal que Él derrotó a Satanás y salvó totalmente al hombre desde la cruz. Y es como carne completa, que el segundo Dios encarnado lleva a cabo la obra de conquista y derrota a Satanás. Sólo una carne completamente normal y real puede realizar la obra de conquista en su totalidad y dar un testimonio convincente. Es decir, la obra de[a] conquistar al hombre se hace efectiva por medio de la realidad y la normalidad de Dios en la carne, no a través de milagros y revelaciones sobrenaturales. El ministerio de este Dios encarnado consiste en hablar, y, de este modo, conquistar y perfeccionar al hombre; en otras palabras, la obra del Espíritu materializada en la carne y el deber de la carne, es hablar y de este modo conquistar, revelar, perfeccionar y eliminar por completo al hombre. Por tanto, la obra de Dios en la carne se cumplirá en su totalidad en esta obra de conquista. La obra redentora inicial fue sólo el comienzo de la obra de la encarnación; la carne que realiza la obra de conquista completará toda la obra de la encarnación. En cuanto al género, uno es varón y la otra es hembra; de esta manera se ha completado el significado de la encarnación de Dios. Disipa las erradas nociones del hombre sobre Él: Dios puede convertirse tanto en varón como en hembra y, en esencia, el Dios encarnado no tiene género. Dios hizo tanto al hombre como a la mujer y no diferencia entre los géneros. En esta etapa de la obra Dios no lleva a cabo señales y maravillas, de forma que la obra logrará sus resultados por medio de las palabras. Además, en esta ocasión, la obra de Dios encarnado no es sanar a los enfermos ni echar fuera a los demonios, sino conquistar al hombre hablando; lo que quiere decir que la habilidad natural de esta carne encarnada de Dios es hablar palabras y conquistar al hombre, no sanar a los enfermos ni echar fuera a los demonios. Su obra en una humanidad normal no es realizar milagros, ni sanar a los enfermos ni echar fuera a los demonios, sino hablar; y por eso la segunda carne encarnada le parece a las personas más normal que la primera. Las personas ven que la encarnación de Dios no es mentira; pero este Dios encarnado es diferente a Jesús encarnado y aunque ambos son Dios encarnado, no son completamente iguales. Jesús poseía una humanidad normal y ordinaria, pero Él estuvo acompañado por muchas señales y maravillas. En este Dios encarnado, los ojos humanos no verán señales o maravillas, ni sanación de enfermos o expulsión de demonios, ni que ande sobre el mar o ayune durante cuarenta días… Él no realiza la misma obra que Jesús llevó a cabo, no porque Su carne sea esencialmente diferente a la de Jesús, sino porque no es Su ministerio sanar a los enfermos y echar fuera a los demonios. Él no echa abajo Su propia obra ni la interrumpe. Como conquista al hombre a través de Sus palabras reales, no hay necesidad de someterlo con milagros y, por tanto, esta etapa es completar la obra de la encarnación. El Dios encarnado que ves hoy es completamente una carne y no hay nada sobrenatural en Él. Se enferma como los demás, necesita comida y ropa como los demás, ya que es completamente una carne. Si en esta ocasión Dios encarnado llevara a cabo señales y maravillas sobrenaturales, si sanara a los enfermos, echara fuera a los demonios o pudiera matar con una palabra, ¿cómo se realizaría la obra de conquista? ¿Cómo se difundiría la obra entre las naciones gentiles? Sanar a los enfermos y echar fuera a los demonios fue la obra de la Era de la Gracia, el primer paso en la obra redentora, y ahora Dios ha salvado al hombre de la cruz, ya Él no realiza esa obra. Si en los últimos días apareciera un “Dios” igual a Jesús, uno que sanara a los enfermos, echara fuera a los demonios y fuera crucificado por el hombre, aunque ese “Dios” sea idéntico a la descripción de Dios en la Biblia y fácil de aceptar para el hombre, no sería, en su esencia, la carne que vestiría el Espíritu de Dios, sino un espíritu maligno. Y es que el principio de la obra de Dios es no repetir nunca lo que Él ya ha completado. Así pues, la obra de la segunda encarnación es diferente que la de la primera. En los últimos días, Dios materializa la obra de conquista en una carne ordinaria, normal; Él no sana a los enfermos ni será crucificado por el hombre, sino que simplemente habla palabras en la carne, conquista al hombre en la carne. Sólo una carne como esta es la carne de Dios encarnado; sólo una carne como esta puede completar la obra de Dios en la carne.

de ‘La esencia de la carne habitada por Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”

¿Por qué digo que el sentido de la encarnación no se completó en la obra de Jesús? Porque el Verbo no se hizo enteramente carne. Lo que Jesús realizó fue sólo una parte de la obra de Dios en la carne; Él sólo llevó a cabo la obra redentora y no la de ganar completamente al hombre. Por esta razón, Dios se ha hecho carne una vez más en los últimos días. Esta etapa de la obra también se lleva a cabo en una carne ordinaria, un ser humano completamente normal, uno cuya humanidad no es en absoluto trascendente. En otras palabras, Dios se ha hecho un ser humano completo y es una persona cuya identidad es la de Dios, un ser humano completo, una carne completa, que está llevando a cabo la obra. Para el ojo humano, Él es sólo una carne que no es en absoluto trascendente, una persona muy ordinaria que puede hablar el lenguaje del cielo, que no muestra señales milagrosas, no obra milagros y que mucho menos exhibe la verdad interior sobre la religión en grandes salones de reunión. La obra de la segunda carne encarnada parece a las personas totalmente diferente a la de la primera, tanto así, que ambas parecen no tener nada en común y nada de la primera obra puede verse en esta ocasión. Aunque la obra de la segunda carne encarnada es diferente de la obra de la primera, eso no prueba que Su fuente no sea la misma. Que Su fuente sea o no la misma depende de la naturaleza de la obra realizada por las carnes y no de Sus caparazones corporales. Durante las tres etapas de Su obra, Dios se ha encarnado dos veces y, en ambas ocasiones, la obra de Dios encarnado inaugura una nueva era, abre el paso a una nueva obra. Las encarnaciones se complementan entre sí. Es imposible para el ojo humano percibir que ambas carnes provienen realmente de la misma fuente. Sobra decir que esto escapa a la capacidad del ojo humano o a la de la mente del hombre. Pero en Su esencia son lo mismo, porque Su obra se origina en el mismo Espíritu. Si ambas carnes encarnadas surgen o no de la misma fuente, no puede juzgarse por la era y el lugar en el que nacieron, o por otros factores similares, sino por la obra divina expresada por Ellas. La segunda carne encarnada no lleva a cabo nada de la obra que Jesús realizó, porque la obra de Dios no se ciñe a convenciones, sino que cada vez se abre una nueva senda. La segunda carne encarnada no busca profundizar ni solidificar la impresión de la primera carne en la mente de las personas, sino complementarla y perfeccionarla, profundizar el conocimiento de Dios por parte del hombre, romper todas las reglas existentes en los corazones de las personas y barrer las imágenes erróneas de Dios en sus corazones. Puede decirse que ninguna etapa individual de la obra de Dios puede darle al hombre un conocimiento completo de Él; cada una da sólo una parte, no el todo. Aunque Dios ha expresado Su carácter por completo, debido a las limitadas facultades de entendimiento del hombre, su conocimiento de Dios sigue siendo incompleto. Es imposible, usando un lenguaje humano, transmitir la totalidad del carácter de Dios; ¿cuánto menos puede una sola etapa de Su obra expresar plenamente a Dios? Él obra en la carne bajo la cubierta de Su humanidad normal y uno sólo puede conocerlo por las expresiones de Su divinidad, no por Su caparazón corporal. Dios viene en la carne para permitir al hombre conocerlo por medio de Su obra variada, y no hay dos etapas de Su obra que sean iguales. Sólo de esta forma puede el hombre tener un conocimiento pleno de la obra de Dios en la carne, no confinada a una sola faceta. Aunque la obra de las dos carnes encarnadas es diferente, la esencia de las mismas y la fuente de Su obra son idénticas; Ellas sólo existen para llevar a cabo dos etapas diferentes de la obra y surgen en dos eras distintas. Comoquiera que fuere, las carnes encarnadas de Dios comparten la misma esencia y el mismo origen; esta es una verdad que nadie puede negar.

de ‘La esencia de la carne habitada por Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”

Jesús hizo una etapa de la obra que sólo cumplió con la esencia de “El Verbo era con Dios”: La verdad de Dios era con Dios y el Espíritu de Dios era con la carne y era inseparable de Él; es decir, la carne de Dios encarnado estaba con el Espíritu de Dios, que es una prueba mayor de que Jesús encarnado fue la primera encarnación de Dios. Esta etapa de la obra cumplió el significado interno de "La Palabra se hace carne", le dio un significado más profundo a "El Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios", y te permite creer firmemente en las palabras "En el principio era El Verbo". Lo que es igual a decir que en el momento de la creación Dios estaba poseído de Palabras, Sus Palabras eran con Él y eran inseparables de Él, y la era final deja aún más claro el poder y la autoridad de Sus palabras y permite al hombre ver todo Su Verbo, oír todas Sus palabras. Tal es la obra de la era final. […] Como esta es la obra de la segunda encarnación, y la última vez que Dios se hace carne, completa totalmente el significado de la encarnación, lleva a cabo y expone por completo toda la obra de Dios en la carne, y pone fin a la era de Dios en la carne.

de ‘Práctica (4)’ en “La Palabra manifestada en carne”

La obra personal de Dios en la carne ya ha completado noventa por ciento de la obra de toda la gestión de Dios. La carne ha provisto un mejor comienzo a toda Su obra y un resumen para toda Su obra, y ha promulgado toda Su obra y hecho la última reposición a fondo a toda esta obra. De ahora en adelante, no habrá otro Dios encarnado para hacer la cuarta etapa de la obra de Dios y ya no habrá más obra maravillosa de la tercera encarnación de Dios.

de ‘La humanidad corrupta está más necesitada de la salvación del Dios hecho carne’ en “La Palabra manifestada en carne”

(Pasaje selecto de la palabra de Dios)

 

Las dos encarnaciones completan el sentido de la encarnación

 

Cada etapa de la obra realizada por Dios tiene un sentido real. Cuando Jesús llegó, era varón, y en este momento es mujer. A partir de esto, puedes ver que Dios creó al varón y a la mujer para Su obra y que con Él no hay distinción de género. Cuando Su Espíritu llega, Él puede adoptar cualquier carne a voluntad y esta lo representa. Sea varón o mujer, ambos representan a Dios mientras sean Su carne encarnada. Si Jesús hubiera llegado y aparecido como una mujer, en otras palabras, si una niña recién nacida, no un niño, habría de ser concebido por el Espíritu Santo, esa etapa de la obra se habría completado de todas formas. Igualmente, si un varón tuviera que completar esta etapa de la obra, la misma se completaría también. La obra llevada a cabo en ambas etapas es significativa; ninguna de las dos obras se repite ni ellas entran en conflicto entre sí. En el momento de Su obra, a Jesús se le llamaba el único Hijo, lo que indica género masculino. ¿Por qué no se menciona, entonces, al único Hijo en esta etapa? Esto se debe a que las necesidades de la obra han exigido un cambio de género diferente al de Jesús. Con Dios no hay distinción de género. Su obra se realiza como Él desea y no está sujeta a ninguna restricción; es particularmente libre, pero cada etapa tiene un significado práctico. Dios se hizo carne dos veces, y sobra decir que Su encarnación en los últimos días es la última vez. Él ha venido a revelar todos Sus hechos. Si Él no se hubiera hecho carne en esta etapa para realizar personalmente una obra de la que el hombre fuera testigo, este tendría siempre la noción de que Dios es sólo varón, no mujer. Antes de esto, todos creían que Dios sólo podía ser varón y que una mujer no podía ser llamada Dios, porque todos consideraban que el hombre tenía autoridad sobre la mujer. Creían que esta no podía asumir la autoridad, sino sólo el hombre. Incluso decían que el hombre era la cabeza de la mujer y que la mujer debía obedecer al hombre y no podría sobrepasarlo. Cuando se dijo en el pasado que el hombre era la cabeza de la mujer, se dijo con respecto a Adán y a Eva, a quienes la serpiente había engañado, y no al hombre y a la mujer creados por Jehová en el principio. Por supuesto, una mujer debe obedecer y amar a su marido, así como el hombre debe aprender a sustentar a su familia. Estos son las leyes y los decretos establecidos por Jehová que la humanidad debe cumplir durante su vida en la tierra. Jehová dijo a la mujer: “Tu deseo será para tu marido y él tendrá autoridad sobre ti”. Esto sólo se dijo para que la humanidad (es decir, tanto el hombre como la mujer) pudiera vivir una vida normal bajo el dominio de Jehová, para que su vida tuviera una estructura y no perdiera el orden. Por tanto, Jehová hizo normas apropiadas para delimitar cómo deberían actuar el hombre y la mujer, pero estas sólo se referían a toda la creación que vivía sobre la tierra y no a la carne encarnada de Dios. ¿Cómo podría ser Dios lo mismo que Su creación? Sus palabras sólo iban dirigidas a la humanidad de Su creación; eran normas establecidas para el hombre y la mujer con el fin de que la humanidad pudiera vivir una vida normal. En el principio, cuando Jehová creó a la humanidad, hizo tanto al varón como a la mujer; por tanto, Su carne encarnada también se diferenció entre varón o mujer. Él no decidió Su obra en base a las palabras que habló a Adán y a Eva. Las dos veces que se hizo carne se determinaron totalmente en línea con Su pensamiento cuando creó por primera vez a la humanidad. Es decir, Él completó la obra de Sus dos encarnaciones en base al varón y a la mujer que no habían sido corrompidos. Si el hombre aplica las palabras habladas por Jehová a Adán y a Eva, quienes habían sido engañados por la serpiente, a la obra de la encarnación de Dios, ¿no tendría que amar Jesús también a Su esposa como debería? ¿Sigue Dios siendo Dios entonces? Si lo es, ¿puede Él completar Su obra? Si es incorrecto que la carne encarnada de Dios sea mujer, ¿no habría sido también un gran error que Dios creara a la mujer? Si el hombre sigue creyendo que es incorrecto que Dios se encarne en una mujer, ¿no sería entonces un error similar a la presente encarnación, la de Jesús, quien no se casó y por tanto no pudo amar a Su esposa? Ya que usas las palabras habladas por Jehová a Eva para medir la verdad de la encarnación de Dios en el presente, debes usar las palabras de Dios a Adán para juzgar al Señor Jesús que se hizo carne en la Era de la Gracia. ¿No son lo mismo estas dos cosas? Si juzgas al Señor Jesús por el varón a quien la serpiente no había engañado, no puedes juzgar la verdad de la encarnación hoy por la mujer a quien la serpiente engañó. ¡Eso es injusto! Si emites ese juicio, eso muestra tu falta de racionalidad. Cuando Jehová se hizo carne dos veces, el género de Su carne estaba relacionado con el varón y la mujer que no habían sido engañados por la serpiente. En dos ocasiones Él se hizo carne conforme a aquel varón y a aquella hembra no seducidos por la serpiente. No pienses que la masculinidad de Jesús era la misma que la del Adán engañado por la serpiente. Jesús no tiene ninguna relación con él y son dos varones de diferentes naturalezas. ¿Seguro que la masculinidad de Jesús no demuestra que Él sólo es la cabeza de todas las mujeres, pero no de todos los hombres? ¿No es Él el Rey de todos los judíos (incluidos hombres y mujeres)? Él es Dios mismo, no sólo la cabeza de la mujer, sino del hombre también. Él es el Señor de todas las criaturas y la cabeza de todas ellas. ¿Cómo podrías determinar que la masculinidad de Jesús es el símbolo de la cabeza de la mujer? ¿No es esto blasfemia? Jesús es un varón que no ha sido corrompido. Él es Dios; Él es Cristo; Él es el Señor. ¿Cómo podría ser Él un varón como Adán, que había sido corrompido? Jesús es la carne vestida por el santísimo Espíritu de Dios. ¿Cómo podrías decir que Él es un Dios que posee la masculinidad de Adán? ¿No sería entonces errónea toda la obra de Dios? ¿Podía incorporar Jehová en Jesús la masculinidad de Adán, que había sido engañado? ¿No es la encarnación presente otra obra del Dios encarnado, diferente en género de la de Jesús, pero de igual naturaleza? ¿Todavía te atreves a decir que Dios encarnado no podría ser una mujer, ya que fue una mujer la primera que fue engañada por la serpiente? ¿Todavía te atreves a decir que al ser la mujer la más impura y el origen de la corrupción de la humanidad, Dios no podía en absoluto encarnarse como una mujer? ¿Todavía te atreves a decir que “la mujer siempre obedecerá al hombre y nunca podrá manifestar o representar directamente a Dios”? No entendías en el pasado; ¿puedes seguir blasfemando ahora la obra de Dios, especialmente la carne encarnada de Dios? Si no puedes ver esto claramente, es mejor que cuides tu lengua, para que no se revelen tu insensatez y tu ignorancia, y tu fealdad no quede expuesta. No pienses que lo entiendes todo. Te digo que todo lo que has visto y experimentado es insuficiente para entender incluso una milésima parte de Mi plan de gestión. ¿Por qué eres, pues, tan arrogante? ¡La simple pizca de talento y el conocimiento mínimo que tienes son insuficientes para ser usados en un solo segundo de la obra de Jesús! ¿Cuánta experiencia tienes realmente? ¡Lo que has visto y todo lo que has oído durante tu vida y lo que has imaginado, es menos que la obra que Yo hago en un momento! Será mejor que no seas quisquilloso ni busques fallos. No importa lo arrogante que puedas ser, ¡sigues siendo una criatura menor que una hormiga! ¡Todo lo que hay en tu barriga es menos que lo que hay en la barriga de una hormiga! No pienses que porque hayas experimentado mucho y seas un veterano, puedes hablar y actuar con una desenfrenada arrogancia. ¿No son tus experiencias y tu veteranía un resultado de las palabras que Yo he pronunciado? ¿Crees que te las has ganado por medio de tu trabajo y esfuerzo? Actualmente ves Mi encarnación y, como consecuencia de ello, tienes esas ricas ideas de las que provienen innumerables nociones. De no ser por Mi encarnación, por muy extraordinarios que sean tus talentos, no tendrías tantas nociones. ¿No es de aquí de donde surgieron tus nociones? De no ser por la primera vez que Jesús se hizo carne, ¿qué sabrías de la encarnación? ¿No es por tu conocimiento de la primera encarnación que te atreves a juzgar descaradamente la segunda? ¿Por qué ibas a escudriñarla en lugar de ser un seguidor obediente? Has entrado en esta corriente y vienes delante del Dios encarnado. ¿Cómo se te permitirá estudiar? Está bien para ti estudiar la historia de tu propia familia, pero si estudias la “historia familiar” de Dios, ¿cómo iba a permitirte hacerlo el Dios actual? ¿Acaso no estás ciego? ¿No estás acarreando desprecio sobre ti?

Si sólo se hubiera hecho la obra de Jesús sin el complemento de esta etapa en los últimos días, el hombre se habría aferrado para siempre a la noción de que sólo Jesús es el único Hijo de Dios; es decir, Dios sólo tiene un hijo y que cualquiera que venga después con otro nombre no será el único Hijo de Dios, mucho menos Dios mismo. El hombre tiene la noción de que aquél que sirve como ofrenda por el pecado o que asume el poder de Dios y redime a toda la humanidad es el único Hijo de Dios. Hay algunos que creen que mientras el que venga sea un varón, se le puede considerar el único Hijo de Dios y representante de Dios. Y están incluso los que dicen que Jesús es el Hijo de Jehová, Su único Hijo. ¿No es esta una noción grave? Si esta etapa de la obra no tuviera lugar en la era final, toda la humanidad estaría envuelta en una sombra cuando se trata de Dios. Así, el hombre pensaría que tiene un estatus más alto que la mujer y las mujeres nunca podrían levantar la cabeza. De ser ese el caso, ninguna mujer recibiría la salvación. Las personas siempre creen que Dios es un varón y que Él siempre aborrece a la mujer y no le dará la salvación. De ser así, ¿no es cierto que todas las mujeres creadas por Jehová y también corrompidas nunca tendrían la oportunidad de ser salvadas? ¿No habría sido entonces inútil que Jehová creara a la mujer, es decir, a Eva? ¿Y no perecería la mujer por toda la eternidad? Por tanto, esta etapa de la obra en los últimos días es para salvar a toda la humanidad, no sólo a la mujer sino a toda la humanidad. Esta obra es por el bien de toda la humanidad, no sólo por la mujer. Si alguien piensa de otra forma, ¡es de lo más insensato!

La obra realizada en el presente ha empujado hacia adelante la obra de la Era de la Gracia; esto es, la obra en todo el plan de gestión de seis mil años se ha movido hacia adelante. Aunque la Era de la Gracia ha terminado, la obra de Dios ha progresado más. ¿Por qué digo una y otra vez que esta etapa de la obra se construye sobre la Era de la Gracia y la Era de la Ley? Esto significa que la obra de hoy en día es una continuación de la obra realizada en la Era de la Gracia y ha sido una elevación de la obra realizada en la Era de la Ley. Las tres etapas están estrechamente interconectadas y cada una se vincula con la siguiente. ¿Por qué digo también que esta etapa de la obra se construye sobre la realizada por Jesús? Si esta etapa no se construyese sobre la obra realizada por Jesús, la crucifixión, la obra de redención realizada previamente, aún tendría que llevarse a cabo en ella. Esto no tendría sentido. Por tanto, no es que la obra haya terminado totalmente, sino que la era se ha movido hacia adelante y la obra se ha vuelto más elevada que antes. Podría decirse que esta etapa de la obra se edifica sobre el fundamento de la Era de la Ley y la roca de la obra de Jesús. La obra se edifica etapa a etapa, y esta etapa no es un nuevo comienzo. Sólo la combinación de las tres etapas de la obra puede considerarse el plan de gestión de seis mil años. Esta etapa se lleva a cabo sobre el fundamento de la obra de la Era de la Gracia. Si estas dos etapas de la obra no tienen relación, ¿por qué no hay crucifixión en esta etapa? ¿Por qué no cargo Yo con los pecados del hombre? Yo no vengo a través de la concepción por el Espíritu Santo ni seré crucificado para cargar con los pecados del hombre. Más bien, estoy aquí para castigar directamente al hombre. Si no castigo al hombre después de la crucifixión, y ahora no vengo a través de la concepción por el Espíritu Santo, entonces no estaría calificado para castigar al hombre. Es precisamente porque soy uno con Jesús que vengo directamente a castigar y juzgar al hombre. Esta etapa de la obra se construye totalmente sobre la anterior. Esta es la razón por la que sólo esta obra puede traer al hombre a la salvación etapa por etapa. Jesús y Yo venimos del mismo Espíritu. Aunque nuestras carnes no tienen relación, nuestros Espíritus son uno; aunque lo que hacemos y la obra que llevamos no sean lo mismo, somos iguales en esencia; nuestras carnes adoptan distintas formas, y esto es debido al cambio en la era y la necesidad de nuestra obra; nuestros ministerios no son iguales, por lo que la obra que traemos y el carácter que revelamos al hombre también son diferentes. Esa es la razón por la que lo que el hombre ve y recibe hoy en día es diferente a lo del pasado; esto es así por el cambio en la era. Aunque el género y la forma de Sus carnes son diferentes, y aunque Ellos no nacieron de la misma familia, mucho menos en la misma época, Sus Espíritus son uno. Aunque Sus carnes no comparten la misma sangre ni una relación física de ninguna forma, esto no niega que Ellos sean las carnes encarnadas de Dios en dos períodos de tiempo diferentes. Es una verdad innegable que son las carnes encarnadas de Dios, aunque no compartan el mismo linaje o un lenguaje humano común (uno fue un varón que hablaba el lenguaje de los judíos y el otro es una mujer que sólo habla chino). Es por estas razones que Ellos realizan la obra que deben en diferentes países y en períodos de tiempo distintos también. A pesar del hecho de que son el mismo Espíritu y poseen la misma esencia, no hay ninguna similitud en absoluto entre los armazones externos de Sus carnes. Simplemente comparten la misma humanidad, pero la apariencia y el nacimiento de Sus carnes no son parecidos. Esto no ejerce ningún impacto en Sus respectivas obras o en el conocimiento que el hombre tiene de Ellos, porque, después de todo, son el mismo Espíritu y nadie puede separarlos. Aunque no tienen parentesco alguno, Sus seres por entero están dirigidos por Sus Espíritus, de forma que Ellos emprenden una obra diferente en distintos períodos de tiempo, con Sus carnes que no comparten un linaje. De manera similar, el Espíritu de Jehová no es el padre del Espíritu de Jesús, al igual que el Espíritu de Jesús no es el hijo del Espíritu de Jehová. Ambos son el mismo Espíritu, al igual que el Dios encarnado de hoy en día y Jesús. Aunque no tienen relación de sangre, son uno; esto se debe a que Sus Espíritus son uno. Él puede realizar la obra de compasión y misericordia, así como la de juicio justo y castigo del hombre y la de traer maldiciones sobre el hombre. Al final, Él puede realizar la obra de destruir el mundo y castigar a los malvados. ¿Acaso no hace todo esto Él mismo? ¿No es esto la omnipotencia de Dios? Él pudo establecer tanto las leyes para el hombre y promulgar mandamientos, y también pudo dirigir a los primeros israelitas a vivir sobre la tierra y guiarlos para edificar el templo y los altares, reinando sobre todos ellos. Debido a Su autoridad, Él vivió con ellos durante dos mil años sobre la tierra. Los israelitas no se atrevían a rebelarse; todos temían a Jehová y cumplían con los mandamientos. Toda esta obra se llevó a cabo gracias a Su autoridad y a Su omnipotencia. En la Era de la Gracia Jesús vino a redimir a toda la humanidad caída (no sólo a los israelitas). Él mostró compasión y misericordia al hombre. El Jesús que el hombre vio en la Era de la Gracia estaba lleno de misericordia y siempre era amoroso, porque Él había venido a liberar al hombre del pecado. Él podía perdonar al hombre sus pecados hasta que Su crucifixión liberó verdaderamente a la humanidad del pecado. Durante esa época, Dios se apareció al hombre en compasión y misericordia; es decir, Él se convirtió en una ofrenda por el pecado para el hombre y fue crucificado por los pecados del hombre de forma que él fuera perdonado para siempre. Él era misericordioso, compasivo, paciente y amoroso y todos los que seguían a Jesús en la Era de la Gracia también buscaban ser pacientes y amorosos en todas las cosas. Soportaban todo sufrimiento y nunca se defendían aunque les apalearan, maldijeran o apedrearan. Pero las cosas no son así en esta etapa final, del mismo modo que la obra de Jesús y la de Jehová no eran iguales aunque Sus Espíritus fueran uno. La obra de Jehová no era llevar la era a su fin, sino dirigirla y dar entrada a la vida de la humanidad sobre la tierra. Sin embargo, la obra ahora es conquistar a esos hombres profundamente corruptos de las naciones gentiles y no sólo guiar a la familia de China, sino a todo el universo. Ves que actualmente esta obra se está llevando a cabo sólo en China, pero en realidad ya ha comenzado a extenderse por otras partes. ¿Por qué razón buscan una y otra vez el verdadero camino los extranjeros? Eso se debe a que el Espíritu ya ha empezado Su obra y las palabras se dirigen ahora a las personas de todo el universo. Esto es ya la mitad de la obra. El Espíritu de Dios ha realizado una obra muy grande desde que se creó el mundo; Él ha realizado una obra diferente a lo largo de las distintas eras y en naciones distintas. Las personas de cada era ven Su carácter diferente, que se revela de forma natural por medio de la obra diferente que Él realiza. Él es Dios, lleno de compasión y misericordia; Él es la ofrenda por el pecado para el hombre y su pastor, pero Él también es juicio, castigo, y maldición sobre el hombre. Él pudo guiar al hombre para que viviese sobre la tierra durante dos mil años y también pudo redimir a la humanidad corrupta del pecado. Y hoy en día, Él también es capaz de conquistar a la humanidad que no lo conoce y someterla bajo Su dominio, de forma que todos se sometan totalmente a Él. Al final, Él quemará todo lo impuro e injusto del hombre en todo el universo, para mostrarle que Él no es sólo un Dios de compasión, misericordia, sabiduría, maravillas y santidad, sino que aún más, Él es un Dios que juzga al hombre. Para los malos entre la humanidad, Él es fuego, juicio y castigo; para aquellos que deben ser perfeccionados, Él es tribulación, refinamiento y prueba, así como consuelo, sustento, provisión de palabras, trato y poda. Y para los que son eliminados, Él es castigo, así como retribución. Dime, ¿no es Dios todopoderoso? Él puede realizar toda obra, no sólo la crucifixión como has imaginado. ¡Subestimas demasiado a Dios! ¿Crees que todo llegaría a su fin después de la redención de toda la humanidad a través de Su crucifixión? ¿Y que, después de esto, irías tras Él al cielo y comerías el fruto del árbol de la vida y beberías del río de la vida?… ¿Podría ser tan simple? Dime, ¿qué has conseguido? ¿Tienes la vida de Jesús? Fuiste realmente redimido por Él, pero la crucifixión fue la obra del propio Jesús. ¿Qué obligaciones has cumplido como hombre? Sólo tienes la piedad exterior pero no entiendes Su camino. ¿Es así como manifiestas a Jesús? Si no has recibido la vida de Dios o visto la totalidad de Su carácter justo, entonces no puedes pretender ser alguien que tiene vida y no eres digno de pasar por la puerta del reino de los cielos.

Dios no sólo es un Espíritu sino que también puede hacerse carne; además, Él es un cuerpo de gloria. Aunque vosotros no hayáis visto a Jesús, los israelitas, es decir, los judíos de la época, sí lo hicieron. Al principio Él era una carne, pero después de que lo crucificaran, Él pasó a ser el cuerpo de gloria. Él es el Espíritu todo-inclusivo y puede obrar en todo lugar. Él podía ser Jehová, Jesús y el Mesías; al final, Él puede convertirse en Dios Todopoderoso. Él es justicia, juicio y castigo, es maldición e ira, pero también compasión y misericordia. Toda la obra realizada por Él puede representarlo. ¿Qué clase de Dios dices que es Él? Simplemente no serás capaz de explicarlo y sólo podrás decir: “No puedo explicar qué clase de Dios es Él”. No llegues a la conclusión de que Dios es siempre un Dios de compasión y misericordia sólo porque realizó la obra de redención en una etapa. ¿Puedes estar seguro de que Él sólo es un Dios así? Si Él es un Dios misericordioso y amoroso, ¿por qué llevará la era a su fin en los últimos días? ¿Por qué enviará tantos desastres? Si las cosas son como tú piensas, que Él es misericordioso y amoroso con el hombre hasta el final, incluso hasta la era final, ¿por qué enviará Él desastres desde los cielos? Si Él ama al hombre como a sí mismo y como a Su único Hijo, ¿por qué enviará Él plagas y granizo desde los cielos? ¿Por qué permite Él que el hombre sufra hambrunas y pestilencia? ¿Por qué permite que el hombre sufra estos desastres? Ninguno de vosotros se atreve a decir qué clase de Dios es Él, y nadie puede explicarlo. ¿Puedes estar seguro de que Él es el Espíritu? ¿Te atreves a decir que Él es la carne de Jesús? ¿Y te atreves a decir que Él es un Dios que será crucificado por siempre para el hombre?

de “La Palabra manifestada en carne”

Nota al pie:

a. El texto original omite “la obra de”.

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